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Los microplásticos también están contaminando el suelo agrícola

12 June 2019

Los microplásticos también están contaminando el suelo agrícola

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Aplicar en terrenos agrícolas aquellos lodos que se generan en las plantas de tratamiento de aguas servidas es una práctica habitual en Chile y en otras partes del mundo. Se considera una acción amigable con el medio ambiente, ya que esos residuos son ricos en nutrientes para las plantas y contribuyen a mejorar distintas propiedades del suelo. La otra opción es llevarlos a instalaciones especiales, como residuos sanitarios, donde los nutrientes no son aprovechados.

Sin embargo, esos lodos están sirviendo como un inadvertido caballo de Troya para los microplásticos que contienen las aguas residuales, revela un estudio pionero realizado por el Instituto de Investigación Agropecuaria (INIA) y la Universidad de Wageningen, en Holanda, y que publica la revista Science of the Total Environment.
"El número de microplásticos que es posible encontrar en el suelo aumenta donde los lodos se han aplicado con mayor frecuencia", dice el autor principal del estudio, Fabio Corradini, especialista en suelos del INIA y que realiza su doctorado en la universidad holandesa.

En cuanto al origen de los microplásticos -que van desde los cinco milímetros hasta fibras mucho más pequeñas que medio milímetro-, una de las teorías más aceptadas es que provienen de prendas de vestir, que hoy en su mayoría son de plásticos, como acrílico, nailon y polietileno. "Durante el proceso de lavado hay mucha fricción en las lavadoras automáticas y eso genera desprendimientos. Como las partículas son tan pequeñas, cuando llegan a las plantas de tratamiento se empiezan a acumular en el lodo residual". Actualmente, Corradini evalúa el impacto a largo plazo del microplástico en los suelos tratados con lodo (ver recuadro).
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Desde el año 2009 que se autorizó en Chile la aplicación de los lodos en suelos agrícolas como fertilizante. El investigador en suelos del INIA, Fabio Corradini, tomó muestras en campos cercanos a Melipilla donde habían sido aplicados sistemáticamente lodos de la planta La Farfana, pero esto ocurre en muchas otras partes del país.
Para el investigador, la práctica sigue siendo una solución muy buena para el manejo de residuos. Por eso, a su juicio, más que pegar el grito en el cielo y dejar de emplearlos, hay que aprender a manejar esta externalidad.

Es así como propone hacer más eficientes los sistemas de lavado, de modo de detener la emisión de microplásticos en su fuente. Eso implicaría que cada lavadora tuviera un filtro adicional en la salida de agua al alcantarillado. "Sería lo más barato y fácil de implementar", considera.
También se podría hacer más eficiente el proceso de estabilización de los lodos en la planta de tratamiento. "Tal vez se podría establecer un paso adicional que permita aminorar la carga de microplásticos, como un shock térmico", sugiere. Más allá de 150 °C, la mayoría de esos plásticos deberían quemarse. Pero el calor también podría afectar la materia orgánica que se busca aplicar en los suelos y la quema podría generar emisiones de gases de efecto invernadero.

El reemplazo de la ropa de plástico por otra de algodón tampoco es una salida, ya que generaría un daño ambiental mucho mayor, por el mayor uso del suelo, agroquímicos y agua. En definitiva, la solución no es simple y habrá que abrir espacio a la innovación.
Impacto bajo estudio"No sabemos aún cómo estos microplásticos escalan en la cadena trófica", reconoce el investigador de suelos del INIA, Fabio Corradini. En el grupo de trabajo ya tienen antecedentes de que afecta la tasa de crecimiento de microinvertebrados del suelo. "Pero esos son estudios de laboratorio en que los niveles de microplástico empleados fueron muy altos. No sabemos si eso se replica en terreno".

Se ha visto también que los microplásticos son hiperacumuladores de otras sustancias. "Puede ser que los pesticidas se tiendan a acumular en esas superficies y eso también podría afectar el crecimiento de las plantas".

El investigador cree que sería poco el microplástico que realmente se acumula en el suelo respecto del total que llega, debido al riego a que son sometidos los campos. Como ese plástico flota, en vez de acumularse por completo, retorna a los cursos de agua. "Es decir, estamos dando una vuelta más larga, pero finalmente igual va a parar al mar", sostiene.

Escrito por: El Mercurio