Juntas de vigilancia, el desconocido motor del riego en Chile
23 August 2021

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Se trata de las 54 organizaciones de usuarios de aguas, repartidas entre Atacama y La Araucanía, que se encargan de medir, administrar y distribuir los derechos de aguas superficiales, la mayoría de ellos en manos de pequeños agricultores. Pese a su bajo perfil, con la sequía de la última década han sumado nuevas funciones para gestionar el uso eficiente del recurso, como incorporar tecnologías, difundir información, cuidar la sustentabilidad de los ríos y ayudar a regularizar los derechos de aprovechamiento.
En una calle céntrica de Santa Cruz, en el valle de Colchagua, hay una casa con un letrero que dice “Junta de Vigilancia del estero Chimbarongo”. Es la oficina de la organización de usuarios de aguas superficiales de ese estero, compuesta principalmente por agricultores, que se encarga de medir, administrar y distribuir los derechos de aprovechamiento que ellos tienen, al igual que otras 53 organizaciones de este tipo que funcionan en Chile.
Sin embargo, pese a estar en una ciudad muy ligada al campo, a esa oficina llegan constantemente personas a preguntar cuándo parten los cursos de guardias de seguridad y a dejar sus currículums en esta área. “Cuando voy a un matrimonio y me preguntan qué hago, les digo que administro un río, para no tener que explicar qué es una junta de vigilancia.
Son muy poco conocidas, incluso entre muchos agricultores”, asegura Graciela Correa, gerente de la junta de vigilancia del estero Chimbarongo y de la Federación de Juntas de Vigilancia de la VI Región, formada en 2005, entre otras cosas, para dar más visibilidad a estas entidades.
Se trata de organizaciones formadas por privados, que existen con ese nombre en el país desde comienzos del siglo XX -aunque algunas datan de mediados de 1800-, donde junto con los agricultores participan otros titulares de derechos de aguas, como empresas mineras, sanitarias e hidroeléctricas, y cumplen una función pública: garantizar una administración y distribución justa del recurso hídrico.
También se encargan de mantener las obras comunes que existen en los ríos para poder repartir y, motivados por el difícil escenario de la sequía, durante la última década han adquirido un rol clave para avanzar en el uso eficiente del agua, profesionalizando su gestión, incorporando muevas tecnologías y mejorando la entrega de información a los usuarios, para generar más transparencia.
GESTIÓN PROFESIONAL
Las juntas de vigilancia no funcionan como un club social. Las componen todos los titulares de derechos de agua que tienen acceso di: recto a un río, por lo que muchos de ellos son presidentes de canales, que a su vez tienen una organización propia, Tienen asambleas anuales y directores que se eligen por períodos de dos o tres años, se autofinancian con cuotas que paga cada usuario de las aguas y presentan un presupuesto anual de trabajo que aprueban sus miembros. “Quienes formamos parte de los directorios de las juntas de vigilancia somos elegidos a través de elecciones y, como parte de eso, lo ideal es ir renovándolos.
Es un cargo ad honorem, donde participamos por la necesidad que tenemos de cuidar el agua y usarla en forma eficiente”, asegura el ingeniero agrónomo Hernán José Martino, de 40 años, presidente de la junta de vigilancia de la primera sección del río Tinguiririca, Isidro Canales es el personaje que crearon en el río Ñuble para informar a los regantes. Compuesta por 62 canales.
Uno de los principales cambios que ha impulsado en su junta y que se repite en otras de las que están constituidas en el país, entre las regiones de Atacama y La Araucanía, esla incorporación de profesionales en distintos cargos, para acelerar el desarrollo de proyectos y la incorporación de tecnologías, lo que representa también un cambio generacional en su funcionamiento.
“Mi afán ha sido tratar de profesionalizar la junta, donde hoy tenemos un gerente general, una secretaria, un encargado del río y un celador, además de un ingeniero hidráulico que es el juez repartidor y otros servicios que se externalizan, como las comunicaciones”, detalla, y añade que también han invertido en herramientas como un dron profesional para mapear la cuenca y revisar dónde hay infiltraciones y pendientes, Otra iniciativa que han tomado varias juntas de vigilancia es apoyar legalmente a los usuarios que necesitan regularizar o inscribir sus derechos de aprovechamiento, aunque aseguran que no han tenido la demanda que esperaban.
*Tenemos un abogado en forma permanente para apoyar alos usuarios, pero no llegan. Cuesta mucho que se acerquen, aunque hemos sido majaderos en informar qué necesitan hacer para regularizar sus derechos, incluso con programas en terreno”, explica Alejandra Marín, gerente de la junta de vigilancia del río Elqui.
NUEVAS TECNOLOGÍAS
Al no tener obras de acumulación de agua, los usuarios del río Aconcagua están entre los más avanzados en la incorporación de nuevas tecnologías para automatizar las mediciones y distribución del recurso. “Creo que somos la única sección completa de un río que hoy está manejada desde un celular.
Además, tenemos compuertas volumétricas que generan datos para manejar automáticamente el caudal disponible, ya que no es fácil saber cuánta agua tienes para repartir cuando no cuentas con un embalse, así es que estamos avanzando en esa área, lo que es mucho más eficiente”, afirma Javier Crasemann, presidente de la junta de vigilancia de la primera sección del río Aconcagua, y añade que con el uso de esas tecnologías todos los datos de las entregas de agua son auditables, lo que ha mejorado la confianza y transparencia entre los usuarios.
Una de las dificultades que enfrentan es que los canales son muy extensos, por lo que el agua a veces demora más de cuatro horas en llegar desde el río a un punto final y, si enel intertanto el caudal disminuye, el agua no llega, lo que están intentando solucionar.
En el caso del río Elqui, que este año terminará con el total de sus compuertas automatizadas -que son los puntos desde donde sale el agua del río hacia cada canal y tradicionalmente se manejaban en forma manual la incorporación de tecnologías también es clave, incluso para comenzar a estudiar la calidad de las aguas “Tener toda la red conectada y con datos continuos nos abre muchas puertas, como conocer en tiempo real la presencia de algunos compuestos que podrían ser interesantes de manejar en cuanto a la calidad de las aguas, instalando sensores en las compuertas y si se llegan a detectar, en pocos minutos las podemos cerrar y evitar que se extiendan por los canales”, explica Pelayo Alonso, presidente de la junta de vigilancia del río Elqui, en relación al proyecto pionero que realizan junto al Inia, gestionado por los regantes.
ENTREGAR INFORMACIÓN
En las diferentes juntas coinciden en que uno de los elementos que los ha llevado a ser poco conocidos es el bajo nivel de conflictos que han tenido, aunque consideran como una tarea pendiente extenderse más hacia las comunidades para relevar el problema que significa para la producción de alimentos la falta de agua y lo importante que es usar en forma eficiente este recurso.
Como muchos usuarios son pequeños agricultores -se estima que, anivel nacional, entre el 75% y 80% delos titulares de derechos de agua pertenecen a este grupo, que tiene entre una y 15 hectáreas-, en el río Ñuble crearon el personaje de un campesino para entregar información en los sectores rurales, con un lenguaje sencillo, ya que todos sus miembros son regantes.
“Nuestros esfuerzos se concentran en generar una conexión con el mundo agrícola, porque hacemos un trabajo muy territorial, llegando a conversar con la gente a sectores que muchas veces no tienen internet, con hojas impresas, con el computa dor y un proyector, porque creemos que es muy importante entregar información para tener una convivencia sana y transparente”, asegura Salvador Salgado, gerente de la junta de vigilancia del río Ñuble.
Desde el río Tinguiririca, donde buena parte de los regantes convive con las actividades turísticas del va= lle de Colchagua, consideran clave difundir más información sobre la importancia del agua entre quienes no son agricultores, en las ciudades, para dar a conocer la gravedad de la sequía actual. “En el rubro agrícola pasa mucho que nos encerramos a trabajar y no salimos del campo, Es necesario compartir lo que hacemos.
Colchagua depende mucho del turismo, de la actividad de los hoteles y restaurantes, pero muchas veces olvidamos que todo eso tiene como base las viñas, la agricultura, por lo que todos dependemos del agua”, advierte Hernán José Martino.
BUSCAR ACUERDOS
Enel río Maule, tras una relación que no ha estado exenta de conflictos entre los regantes y las dos empresas hidroeléctricas que tienen derechos de aprovechamiento en esa cuenca -Colbún y Enel-, uno de los roles importantes de la junta de vigilancia ha sido buscar acuerdo entre ellos.
De hecho, las empresas hoy tienen dos representantes en el directorio de esta organización, que tiene siete miembros en total, y lograron firmar un convenio de ahorro de agua con las obras de acumulación de estas compañías, con la idea de ocupar el recurso en los meses más críticos de la temporada de riego, entre enero y marzo.
“Uno de nuestros principales desafíos es llegar a acuerdo con las hidroeléctricas para darle este doble uso al agua, para que los momentos de generación sean época de riego y que el resto sea de ahorro en sus embalses, porque hasta antes de estas lluvias nuestro pronóstico era tener solo el 50% de nuestros derechos para repartir en diciembre y alrededor del 35% en enero y febrero, lo que es muy complicado”, asegura Carlos Diez, presidente de la junta de vigilancia del río Maule.
En Aconcagua, la búsqueda de acuerdos se enfoca en la relación de los regantes con la empresa sanitaria Esval, que abastece de agua a la Región de Valparaíso, para dar preferencia al consumo humano. Sin embargo, reclaman no haber recibido compensaciones por parte de la empresa por ceder el agua. “El consumo per cápita de agua potable ha ido en aumento y, además, en el caso de Valparaíso, se dispara a partir de diciembre, por los veraneantes.
Como no tenemos embalses y los caudales son variables, y al mismo tiempo en los meses de riego aumenta esa demanda, toda la escasez de agua hoy la está asumiendo la agricultura”, asegura Javier Crasemann, y plantea que sería positivo impulsar una campaña de ahorro de agua en los próximos meses o establecer un incentivo para consumir menos en los hogares.
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